En tan solo cuatro años, el perforador de ambrosía Xylosandrus compactus, una especie invasora de origen asiático, ha extendido su presencia a diez comarcas de Girona y Barcelona. Esta plaga afecta a 43 especies vegetales, abarcando ámbitos forestales, agrícolas y ornamentales, y actúa como vector de hongos simbiontes que causan daños graves en las plantas, pudiendo llegar incluso a provocar su muerte.
A continuación, exploramos los detalles de esta plaga, su impacto en los ecosistemas, y los riesgos que implica su expansión en el litoral catalán y otras regiones.
El Xylosandrus compactus, conocido como perforador de ambrosía, es un insecto originario de las regiones tropicales y subtropicales de Asia. Sin embargo, en las últimas décadas, esta especie ha demostrado una alta capacidad invasiva, expandiéndose a más de 85 países en varios continentes, incluidos diez países europeos como Italia, Francia, España, Malta y Suiza, entre otros.
En España, su primera detección se produjo en Mallorca en 2019, donde se identificó sobre algarrobo ornamental. Posteriormente, en 2020, se registraron brotes en Banyoles (Girona) y Salou (Tarragona), marcando el inicio de su expansión en el territorio peninsular.
Las plantas más vulnerables a esta plaga son:
Los expertos, como el doctor en Biología Josep Mª Riba-Flinch y la asesora Mònica Bedós, han advertido de los recientes ataques a los plátanos de sombra de Barcelona, una especie ornamental clave en el paisaje urbano.
El ataque de este perforador es fácil de identificar por una serie de síntomas característicos:
Orificios de entrada:
Síntomas en brotes:
Síntomas internos:
Síntomas en ramas y tronco:
Los ataques tienden a concentrarse en la copa inferior de los árboles y su impacto puede ser devastador para los ecosistemas afectados.
El Xylosandrus compactus es una plaga altamente invasiva debido a su polifagia y a la asociación con hongos simbiontes, lo que le permite colonizar múltiples ecosistemas y causar daños graves.
En los ecosistemas forestales, afecta a especies clave como el laurel, fundamental en las laurisilvas de Canarias y en la vegetación de ribera. En los ecosistemas mediterráneos, supone una amenaza directa para el madroño y otras especies autóctonas, mientras que en los ámbitos ornamentales y agrícolas, genera daños significativos en cultivos y plantas urbanas.
Además, la interacción de esta plaga con el cambio climático podría intensificar su expansión y dificultar la previsión de sus efectos a largo plazo. Su propagación no solo reduce la biodiversidad y afecta la productividad de los cultivos agrícolas, sino que también incrementa los costes de manejo y control para agricultores y gestores forestales.
La actividad de los hongos simbiontes, inoculados en el sistema vascular de las plantas, agrava el daño al provocar taponamientos, necrosis y, finalmente, el colapso completo de las especies hospedadoras, generando un impacto devastador en los ecosistemas afectados.
Desde Tecfito, seguimos atentos a los últimos desarrollos en el sector fitosanitario, incluyendo la identificación de plagas y las medidas de control más efectivas. Es fundamental fomentar la detección temprana y la implementación de estrategias de manejo integrado para minimizar el impacto de esta amenaza.
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